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martes, 12 de abril de 2011

Capítulo IV

Querido Diario:




Estoy triste. No sé porque, pero estoy triste. Quizá es porque hoy es el aniversario de la muerte de mi abuelo. Sí, creo que es por eso. A esta misma hora, hace un año, el estaba aquí mirando como los niños de la plaza jugaban. Aún le recuerdo perfectamente. Su escaso pelo adornaba su coronilla, su nariz era puntiaguda y reluciente, sus ojos de un azul muy profundo mostraban toda su vida con solo mirarlos y sus marcados labios le hacían entrañable. Pasábamos mucho tiempo juntos, él me enseñaba todo lo esencial en la vida. Con mi abuelo aprendí a disfrutar de una puesta de sol, a sonreír aunque no tuviera ganas, a tomarle cariño a las flores, a querer saber más de lo que sabía y, lo más esencial, aprendí a quererle.

Ahora mismo estoy sonriendo sin tener ganas, como él me enseñó. A menudo pienso en él y me pongo triste, pero me hago recordar a mí misma que tuvo una vida larga y feliz. Eso me ayuda a seguir adelante.

Porque sé que aunque él ya no esté aquí conmigo, siempre me quedará su recuerdo

Liz



CAZADORA DE SUEÑOS

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